jueves, 16 de diciembre de 2010

LA NAVIDAD



Hay mucha gente a la que la 
Navidad no le gusta nada en absoluto, es más precisamente estas fechas son propicias para las depresiones, sin embargo, los años pasan y a mi la Navidad sigue gustándome, y por muchas vueltas que le doy, no encuentro la manera para hacer que me disguste. Algunos dicen que son unas fechas en las que se hecha de menos a las personas que ya no están con nosotros, eso es verdad, pero también en Enero, Febrero, Marzo y Abril, podemos añorar a esas personas que por unas circunstancias u otras ya no comparten su tiempo o su vida con la nuestra. Hay que buscar algo más. Esos hombres y mujeres que ahora ya no están, precisamente en estas fechas dejaron algo con y sobre nuestras vidas. Pondré un ejemplo, aunque personalice. Mi abuela ya no está desde hace unos años, puedo recordar muchas cosas y muchas circunstancias que pasé con ella, pero los recuerdos que tengo mas fijados en mi cabeza, son aquellos de las celebraciones. Ella siempre hablaba de que había que celebrar los acontecimientos, porque con el paso de los años terminamos olvidando todo, menos las celebraciones, por eso yo recuerdo con especial énfasis las navidades que pasé con ella. Esos días antes de Nochebuena en los que ella nos enseñaba villancicos: “Madre en la puerta hay un niño, mas hermoso que el sol bello ...”. Puedo escuchar perfectamente su voz, como si estuviera conmigo ahora mismo. O como, a silenciosamente y cuando no nos veía nadie, decía: “Niño pásame un mazapán pero que no se enteré tu madre, que dice que luego me sube el azúcar, pásame ese que tiene forma de campana...”. También recuerdo cuando el portero de su antigua casa, llamaba a la puerta y traía el pavo.¡!! Menudo drama ¡¡¡ Ese pavo tenía que pasar a mejor vida, y sin que los niños nos enterásemos, por eso mi abuela el día de autos, se vestía de Domingo, aunque no lo fuera, cogía su misal y unos guantes y nos llevaba a dar una vuelta y no se como lo hacía que siempre terminabámos en Misa. Luego de vuelta a casa nos compraba una bolsita de Matutano. Cuando llegábamos, ya se había cometido el “pavicidio”, y cuando preguntábamos por el pavo, siempre nos decían que se había escapado volando por la ventana. En fin todo eso son recuerdos, y aunque ahora mi abuela ya no esté conmigo, siempre cuando llegan estas fechas, esos y otros acontecimientos que se producían por estas fechas, vuelven a mí , y para que nos vamos a engañar, me producen una profunda alegría. Y es que las cosas que duran para siempre no se aprecian. La Navidad como todo, es efímera, y una vez que seamos capaces de asumir esa circunstancia, seguramente disfrutaremos más de ella.Hay otros que también detestan la Navidad, porque dicen que es un periodo consumista, donde lo único importante es atiborrarse a comer y gastar un montón de dinero en regalos, en la mayoría de los casos inútiles. Desde luego es una opinión, pero como todo lo que sucede en esta vida, tiene otro punto de vista. La cena de Nochebuena es un rito, y como todos los ritos son necesarios. Claro que para eso hay que hacer un ejercicio de desconexión con el medio que nos rodea, porque los ritos requieren de un ambiente especial y diferente.  La cena de Navidad como mucho viene durando dos o tres horas. ¿Es tan difícil no discutir con tu tía, que se empeña en manifestar con ahinco que el mantel es el mismo del año pasado?. Solo son tres horas, y si no somos capaces de hacer abstracción de todo durante tan poco tiempo, apaga y vámonos. En cuanto al consumismo desaforado en cuestión de regalos, no creo que forme parte de la esencia de la Navidad, fundamentalmente porque la Navidad lleva mucho tiempo existiendo, y desde luego antes no existían ni los grande almacenes, ni las grande superficies, y sin embargo hacíamos regalos, esas pequeñas cosas, que en muchos casos no cuestan mucho dinero, y que hacen que mantengamos la ilusión por la generosidad y la sorpresa.Por supuesto que también hay gente sola, enferma, con muchos problemas, y que efectivamente para ellos la Navidad se hace muy cuesta arriba, pero no solo esos días, sino la vida en si, el día a día. Nunca es tarde para empezar a disfrutar de los ritos, y basta poner un poquito de nuestra parte para hacer que todo cambie, aunque no se pueden esperar milagros la primera vez que lo intentemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario